Lo malo de Esteban González Pons es que nunca nada de lo que haga va a ser considerado casual. La percepción de que el político valenciano no da puntada sin hilo es casi una frase de frontispicio de templo griego.

Por eso cuando el desayuno informativo de hoy, escasísimo de café, lo ha desarrollado hablando en exclusiva de relaciones internacionales, la primera pregunta del respetable era casi de rigor: ¿será ministro de exteriores con Feijóo? La respuesta también era de cajón: sólo me importa que Feijóo sea presidente.

Ha sido precisamente en el turno de preguntas donde González Pons ha dejado caer las bombas de racimo que seguramente todos hemos pensado que traía preparadas de casa, aunque a lo mejor no era exactamente así: haremos una auditoría del Gobierno de Sánchez para saber en qué se ha gastado el dinero, Tezanos ha incurrido en comportamientos casi y presuntamente delictivo, en los 3 gigas robados del teléfono de Sánchez cabe el catálogo de Filmin y se mezclan cosas públicas y privadas, y el compromiso firmado por el actual presidente para que Europa nos prestara dinero incluye que paguemos peajes en nuestras carreteras y que las pensiones se revisen dentro de un par de años. Se revisen, se entiende que a la baja. Y eso no nos lo han contado.

Como siempre que sale a la palestra, González Pons genera titulares, como el de que ya se quedó en puertas de ser ministro y no quiere volver a pasar por eso. No parece probable que le vuelva a suceder.

Su presencia dominante durante el ‘cara a cara’ del lunes (sólo la jefe de gabinete de Feijóo y él estuvieron hasta el último minuto con el líder) atestigua que no parece probable que se vuelva a quedar en la puerta del Consejo de Ministros, al menos no por fuera.