Si hay algo que obsesiona a Eduardo Zaplana desde que empezó su calvario judicial es conseguir dejar un legado limpio a sus hijas y nietos. La sentencia de ayer ha sido un golpe anímico importante para una persona que, tras los pactos con Fiscalía del testaferro uruguayo, y lo que es peor, con sus antiguos fieles colaboradores Joaquín Barceló ‘Pachano’ y Juan Francisco García, vio ennegrecerse su futuro por momentos. Pero él se mantuvo firme, negando en todo momento tener dinero en el extranjero y fiando su suerte a poco menos que un milagro. Porque ni siquiera las declaraciones del excomisario Villarejo y del exyonki del dinero Benavent apuntando a conspiraciones políticas contra Zaplana han resultado fiables para la Justicia. La credibilidad de ambos no es desde luego de las mejores en los juzgados. 
Los íntimos de Zaplana andan ahora preocupados por la fortaleza anímica del expresident. Los recursos al Supremo ya se sabe lo que tardan el resolverse. Y la leucemia sigue ahí. Pero pasado el efecto inicial del golpe, lo más probable es que Zaplana se rehaga mínimamente para poder seguir intentando limpiar el legado que dejará a su familia.