A la espera de que Esquerra y el PSC acuerden algo y de que Sánchez declare de la manera que sea ante Peinado, hoy pasan dos cosas relevantes que cualquiera de esos dos acontecimientos políticos hubieran eclipsado por completo de haberse consumado precisamente hoy: que es el día de los abuelos, esas personas que cuidan y miman cuando los padres no pueden o no deben hacerlo, y que los Juegos Olímpicos van a ser inaugurados otra vez en París. Creo que es la tercera: 1900, 1924, y 2024. Sólo Londres le iguala.

Cada vez a más gente se le llama ‘abuelo’ a pesar de no tener nietos, sólo años. Y ¡ay de aquél que no los cumpla! Ser mayor no implica necesariamente ser buena persona: ojo, que también hubo nazis octogenarios con apariencia bonachona bañándose de manera anónima en nuestras costas en los sesenta. Pero hasta los criminales se suelen deshacer con sus nietos. No todos, pero sí la mayoría.

De los Juegos Olímpicos, qué decir: pues que uno de los objetivos seculares de estas celebraciones deportivas era el de decretar treguas en forma de ‘paz olímpica’. Y que esta vez desde luego esa paz brilla por su ausencia. En Ucrania y en Gaza. Y en un montón de conflictos más, olvidados, enquistados, de los que apenas nadie habla, de los que la mayoría pasa… ‘olímpicamente’. Y luego encontramos casos ciertamente curiosos, en los que se aúnan ambas cosas: un abuelo como Maduro amenazando con una guerra en Venezuela, si este domingo no gana él. Espíritu de síntesis de las dos celebraciones del día en una sola celebridad.

Hoy andan por el país caribeño dos observadores españoles muy destacados: el leonés RZapatero, apoyando al pseudodictador, y el valenciano GPons, con la oposición, anunciando preventivamente que si le detienen le pregunten al expresidente español. Bueno, siempre nos quedará París. Y cumplir años, si Dios quiere.