La guerra del agua vuelve hoy al debate político. El presidente del Gobierno ha visitado la desalinizadora de Torrevieja, en una cita que no había sido comunicada a la Generalitat.
Pedro Sánchez ha sido recibido a las puertas de la planta en medio de protestas de agricultores que han aprovechado para reclamar al Gobierno por continuo recorte en el trasvase Tajo Segura. En las instalaciones, el presidente ha anunciado la ampliación de la desaladora, que ha dicho, duplicará su producción y reducirá el precio del agua. Sánchez ha defendido su política hídrica.
Se ha referido también a la solidaridad entre cuencas y ha defendido, una vez más, la desalación como respuesta a las necesidades de la Vega del Segura.
Todo esto después de que el president de la Generalitat anunciara este lunes que en la reunión del próximo lunes con la ministra Ribera pedirá, de nuevo, un trato justo a los agricultores de la Comunidad Valenciana y la eliminación del recorte del trasvase, realizado con criterios políticos.
Precisamente en este sentido llegaba contestación desde Castilla-La Mancha. Allí la portavoz de su Gobierno, Esther Padilla, acusaba al campo valenciano de consumir agua en exceso, regando por encima de sus posibilidades. El nuevo capítulo de la guerra del agua está servido.