La dana del 29 de octubre de 2024 supuso un antes y un después en la vida de todos los afectados. 

Cuando se cumple un año de la trágica riada que se saldó con 229 víctimas mortales en la provincia de València, La 8 Mediterráneo quiere rendir homenaje a los que ya no están y a todos los supervivientes de aquel terrible episodio. 

En el siguiente documental les contamos historias como la de Maite Marín, la directora de los Colegios Más Camarena e hija de uno de los empresarios valencianos fallecidos tras la riada. Marín narra cómo pudo seguir la señal del teléfono móvil de su padre que, arrastrado por el agua, acabó en el barranco del Poyo. Su cuerpo fue encontrado por las autoridades 10 días después. Pese a esta pérdida, Maite lucha día tras días porque el legado de su máximo referente perdure en el tiempo. 

También podrán conocer la viviencia de “Los 8 de la farola”. 8 personas que permanecieron agarrados a una farola frente a Ikea durante horas mientras desde los almacenes les enviaban ánimo para que resistieran. Sus mensajes de aliento hicieron posible que resistieran y ahora tratan de pasar página siendo conscientes de que la vida les ha dado una segunda oportunidad que tienen que aprovechar. 

“Los ecos de agua” recoge el testimonio del párroco de Paiporta,  quien se vio sorprendido por dana en mitad de una misa. En cuestión de horas convirtió su iglesia en un centro de recepción y entrega de donaciones para los afectados.

La riada sorprendió a miles de familias. Es el caso de una madre y su hijo que se vieron separados por una altura. Los padres quedaron atrapados en la planta inferior y gracias a que pudieron subirse a lo alto de unas estanterías a ras de techo lograron salvar su vida. 

Por último, en el presente documental abordaremos la historia del tío de una de las víctimas mortales de la dana cuyo cuerpo todavía no ha sido encontrado, Elizabeth. Su familia todavía espera su hallazgo para así poder darle sepultura y acabar con este calvario. 

Sus historia les han marcado de por vida y pese a todo, luchan por emerger del barro. Ellos son los verdaderos ecos de la esperanza. Las voces que nos recuerdan que, incluso cuando el agua arrasa con todo, el alma siempre encuentra la forma de volver a levantarse.