El cáncer de próstata presenta un proceso lento y puede no ser percibido por el paciente en las fases iniciales de la enfermedad. Por ello, los médicos especialistas recomiendan acudir al urólogo y realizase controles a partir de los 50 años y, en caso de existir antecedentes familiares, a partir de los 40.
En España, el cáncer de próstata es el tumor más frecuente en varones y la tercera causa de muerte por cáncer en hombres por detrás del cáncer de pulmón y de colon. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), estima que, en 2023, 1 de cada 8 hombres será diagnosticado de esta enfermedad, superando los 30.000 nuevos casos.
La mayoría de ellos ocurren en varones de edad avanzada, siendo el 90% de los pacientes mayores de 65 años y la edad media de diagnóstico de 75 años.
Pese a su alta incidencia, detectado en fases iniciales este tipo de tumor presenta una tasa de supervivencia estimada en torno al 90%, tal y como señala desde el Instituto Valenciano de Oncología (IVO), el jefe del Servicio de Urología, el Dr. Juan Casanova: “Hace 40 años el 90% de los pacientes con cáncer de próstata fallecía y ahora ese mismo porcentaje es el de curación”.
Se trata además de un tumor que gracias a los avances en materia de investigación va camino de poder “cronificarse”, adelanta el Dr. Casanova, lo que supondría “frenar su desarrollo y permitir una larga supervivencia en casos de metástasis o tumores más avanzados”.
Un cáncer al que poder anticiparse gracias a las pruebas de detección precoz
El cáncer de próstata no asocia síntomas en sus estadios iniciales. Para un diagnóstico precoz son necesarias las evaluaciones anuales a partir de los 50 años con un PSA recuerda el Dr. Casanova.
“Los síntomas urinarios típicos como nocturia, sensación de urgencia miccional, frecuencia, vaciado incompleto, son inespecíficos y no están vinculados al cáncer de próstata sino a la hiperplasia o agrandamiento prostático que todos los adultos varones sufren. Además el PSA también es un tanto inespecífico y no todos los pacientes con elevación de este marcador padecen cáncer de próstata. Por ello es muy importante la visita anual al urólogo que será capaz de interpretar estos síntomas y signos de manera adecuada y precisa”.
El Dr. Casanova recuerda también que los avances en pruebas de imagen como la resonancia y el PET combinadas con el PSA, “permiten el diagnóstico más preciso del cáncer y evitan muchas biopsias innecesarias”. Y explica que el IVO cuenta con un programa de Diagnóstico Precoz Oportunista para el Cáncer de Próstata mediante un tacto rectal y una analítica de sangre para determinar el PSA.
“Ante un tacto sospechoso y/o dos elevaciones de los valores del PSA, se realiza una resonancia magnética multiparamétrica. El caso es discutido en un Comité de expertos en que se ajusta el riesgo de cáncer, se perfila la necesidad de biopsia y, de ser necesario, se programa una biopsia de fusión”.
En este sentido, subraya que la biopsia de fusión ha sido “un punto de inflexión” en el diagnóstico del cáncer de próstata. “Actualmente somos capaces de “navegar” por la próstata y tomar las muestras de las áreas prostática sospechosas según la resonancia. No sólo diagnosticamos antes, sinos que caracterizamos mejor el tumor y podemos ajustar mejor la mejor opción terapéutica.”, asevera el experto.
En 2020 el IVO fue uno de los primeros centros en España y el primero en la Comunidad Valenciana en incorporar la técnica diagnóstica por imagen PET/TC PSMA para pacientes con cáncer de próstata que presentan niveles bajos de PSA. Desde entonces, esta técnica pionera ha permitido detectar cerca de 350 casos de pacientes con lesiones “indetectables” por otras técnicas de diagnóstico.
En este sentido el Dr. Casanova explica que al aportar esta tecnología un mapa de la actividad tumoral a tiempo real se “abren oportunidades de tratamientos más precoces y precisos”. El experto confía además que, en el corto plazo, esta tecnología se incorpore al diagnóstico inicial y no únicamente al final del tratamiento, como se viene haciendo hasta ahora.
Factores de riesgo
Ante la duda de si existe alguna predisposición genética a desarrollar cáncer de próstata, los expertos avisan de que en cierto modo sí, pero que no todos los tumores tienen ese origen.
“Hay dos situaciones a nivel familiar que aumentan el riesgo a padecer un cáncer de próstata: el cáncer de próstata que se presenta en el contexto de una familia en el que existe una cierta agregación de casos de cáncer de próstata que es el denominado cáncer de próstata familiar y ocurre en aproximadamente el 20 % de los casos; por otro lado tendríamos el cáncer de próstata hereditario, es menos frecuente y es el responsable de aproximadamente el 5% de los casos de los cánceres de próstata diagnosticados”, mantiene José Antonio López Guerrero, jefe de servicio del Laboratorio de Biología Molecular del IVO.
Para López Guerrero, en comparación con los casos esporádicos, “el cáncer de próstata hereditario se caracteriza por un inicio a edad temprana, un comportamiento del cáncer más agresivo con un mayor riesgo de recaída tras la cirugía”.
Tratamiento: la importancia de un abordaje multidisciplinar
¿Cómo se aborda este tipo de cáncer? Como explica el Dr. Miguel Ángel Climent, jefe clínico del Servicio de Oncología Médica del IVO, la situación puede ser diferente según la extensión de la enfermedad en el momento del diagnóstico. “Hay que verificar si el cáncer está localizado en la próstata mediante pruebas diagnósticas como una resonancia magnética o un TAC o si, por el contrario, el tumor ya tiene metástasis cuya localización más frecuente es en los ganglios linfáticos o en los huesos, lo que implicaría la realización de una gammagrafía ósea o rastreo óseo”.
En el caso de que el tumor esté localizado en la próstata, se opta por un tratamiento con cirugía (prostatectomía radical) o radioterapia radical, que implicaría la curación del paciente en la mayoría de los casos. Para decidir el mejor abordaje, “hay que tener en cuenta características del paciente como la edad u otras enfermedades que puede sufrir como problemas de corazón, etcétera, así como el tamaño del tumor, el grado de Glesason o si está localizado dentro de la próstata o a rebasado los límites de la misma”, comenta el jefe clínico del IVO.
Si el tumor está diseminado, es decir que hay presencia de metástasis en otros órganos, “el tratamiento fundamental sigue siendo las terapias hormonales antiandrógenicas”, expone el Dr. Climent: “Además de la deprivación androgénica, disponemos de nuevos tratamientos hormonales con antiandrógenos de nueva generación con los que se obtienen mejores beneficios cuando se asocian a las terapias de deprivación androgénica. Además, tenemos también tratamientos con quimioterapia, isótopos radiactivos como el Ra223, radioconjugados como el Lutecio-PSMA o tratamientos que actúan cuando hay presencia de determinadas alteraciones genéticas en el tumor, todos los cuales tienen resultados muy buenos y prometedores pero que en muchos casos estamos pendientes de saber con exactitud en que situaciones clínicas obtienen los mejores resultados”.
¿Y cuál es el papel de la radioterapia? Como explica el Dr. Leoncio Arribas, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del IVO, la radioterapia es otro de los tratamientos que resultan más eficaces en la mayoría de estadios de la enfermedad: “En los estadios iniciales de bajo riesgo, tanto la cirugía como la braquiterapia (técnica que introduce semillas radioactivas en la próstata) son los tratamientos más utilizados”.
En el caso de estadios de riesgo intermedio, el Dr. Arribas señala la braquiterapia como la radioterapia externa- solas o combinadas entre sí o con hormonoterapia- como las opciones terapéuticas de mayor efectividad.
Entre los avances en materia de tratamiento, los expertos ponen sus esperanzas en la inmunoterapia: “No tenemos todavía resultados importante que permitan la generalización de estos tratamientos en este cáncer, pero hay muchos ensayos clínicos en marcha de los que se espera que tengan buenos resultados y podamos disponer de nuevas alternativas de tratamiento para estos pacientes”, explica el doctor Climent.
Los beneficios de la cirugía robótica frente al cáncer de próstata
La cirugía robótica se ha erigido como uno de los “mayores avances” para el tratamiento quirúrgico radical del cáncer de próstata, tal y como señala el Dr. Miguel Ramírez-Backhaus, jefe clínico del Servicio de Urología del IVO. Se trata de una técnica mínimamente invasiva de última generación, con la que el Servicio de Urología del IVO ha superado las 500 intervenciones en apenas 4 años.
Frente a este tipo de tumor, el Dr. Ramírez pone en valor las mejoras tecnológicas que presenta el robot entre las que destaca la precisión, “El cirujano es significativamente más preciso y eso permite respetar los haces neurovasculares prostáticos aumentando la proporción de pacientes que recuperan la erección tras la cirugía robótica. Junto a la precisión, los expertos señalan la maniobrabilidad en la cavidad del paciente, la trazabilidad o la visión tridimensional que ofrece el robot Da Vinci en las cirugías, y que entre otros avances permiten alcanzar una mejor continencia del paciente tras la cirugía y una mejor capacidad de recuperación de la erección. Todo ello unido a una ergonomía perfecta, “supone operar a nuestros pacientes de manera muy confortable y segura”.
Investigación
Por su incidencia y por su impacto en la supervivencia, el cáncer de próstata representa un foco prioritario a nivel de investigación centrada fundamentalmente en la mejora de la detección precoz y el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas que sin duda tendrán un impacto en la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.
A nivel molecular, explica el jefe del Servicio del Laboratorio de Biología Molecular del IVO, el Dr. Jose Antonio López Guerrero, el cáncer de próstata está considerado como “una enfermedad muy heterogénea lo que entraña importantes retos a la hora de definir mejor el comportamiento de la enfermedad y el desarrollo de diseños terapéuticos adecuados que hagan realidad el concepto de la Medicina de Precisión”.
Alrededor de ello, destacan avances en las distintas etapas de la enfermedad relacionados con los factores genéticos, la incorporación de biomarcadores más específicos a nivel de diagnóstico, el diseño de nuevos fármacos dirigidos a paliar determinadas alteraciones moleculares o la introducción de la llamada biopsia líquida, que supone un método mínimamente invasivo gracias a que se realiza a través de análisis poco invasivos de sangre y orina.
Desde el Servicio de Biología Molecular del IVO se trabaja en una línea “consolidada” de investigación encaminada a la identificación de biomarcadores específicos del cáncer de próstata. “Trabajamos para poder incorporarlos en la práctica clínica, especialmente en el diagnóstico del cáncer de próstata clínicamente significativo”. En este contexto se estudian tumores de bajo o muy bajo riesgo en comparación con tumores que han progresado en el mismo paciente.
“Los cambios que detectamos queremos trasladarlos a un sistema de detección poco invasivo (análisis de orina o sangre) e incorporarlo en la rutina clínica, tanto en el seguimiento de los tumores de bajo grado (programa de Vigilancia Activa) o bien poder incluirlos en un futuro programa de diagnóstico precoz”, explica el Dr. López Guerrero. Se trata de un proyecto en desarrollo que cuenta con el apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la Asociación Española de Urología, la Generalitat Valenciana y la Comisión Europea en el contexto del programa H2020.