Madrid, 12 de diciembre de 2025. La secretaria de Organización del PSOE, Rebeca Torró, ha comparecido este viernes en la sede federal de Ferraz para dar explicaciones sobre la gestión de las denuncias internas por acoso sexual que afectan a altos cargos del partido, en una crisis que ha sacudido seriamente la imagen de la formación socialista. ElHuffPost+1
En su primera intervención pública desde que fuera nombrada en julio, Torró negó ayer que el PSOE haya intentado borrar o encubrir denuncias, atribuyendo la desaparición de comunicaciones internas a mecanismos automáticos de protección de datos que ocultan registros pasados 90 días. “Bajo ningún concepto las denuncias se borraron”, aseguró la dirigente socialista, pese a que la tardanza y la opacidad en el proceso han generado desconfianza incluso dentro de las federaciones del propio partido.
Torró pidió disculpas a las mujeres que presentaron denuncias contra el exdirigente Francisco “Paco” Salazar, calificó su conducta como una “falta muy grave” y anunció la apertura de expedientes informativos a otros dirigentes, como Antonio Hernández y el exsenador Javier Izquierdo, este último tras una dimisión fulminante rodeada de silencio.
Pero la comparecencia, lejos de aclarar el procedimiento, ha alimentado más dudas que certezas. El PSOE ha insistido en que no presentará las denuncias ante la Fiscalía por iniciativa propia, dejando esa decisión a las víctimas, mientras promete apoyo jurídico a quien lo desee. Este ejercicio de delegación de responsabilidades contrasta con la gravedad de los hechos denunciados y con las expectativas creadas por su propia retórica feminista.
Críticas desde dentro y fuera del PSOE
La gestión de Ferraz ha sido calificada como “nefasta” por dirigentes socialistas territoriales, que señalan la falta de reacción desde que el caso de Salazar salió a la luz hace meses y que han advertido de que el daño reputacional para el partido es considerable.Además, la crisis interna no se limita a casos aislados: en los últimos días han saltado otras denuncias, como la presentada contra el presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, por presunto acoso, y la dimisión inexplicada de cargos relevantes que han alimentado la percepción de un PSOE incapaz de gestionar con coherencia sus propios protocolos de protección y ética.
Pese a ello, Torró descartó que la crisis vaya a desembocar en un adelanto electoral y defendió la gestión del Gobierno, enumerando los “logros” legislativos y sociales del Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez. Un intento por desviar la atención de la crisis interna que, para muchos críticos, evidencia más fragilidades que fortalezas en el aparato socialista.
Un PSOE al borde del desgaste
Lo que debería haber sido una respuesta clara y contundente ante acusaciones graves ha terminado siendo una mezcla de justificaciones técnicas, disculpas limitadas y promesas de revisar protocolos, sin ofrecer una hoja de ruta concreta para restaurar la confianza —ni dentro ni fuera del partido—.
Con una ejecutiva que se ha visto sacudida por dimisiones, expedientes y críticas internas, el PSOE encara el próximo año con una crisis de credibilidad que pocas ruedas de prensa podrán contener si no llega acompañada de acciones concretas y transparentes.