El domingo amanecía con el tráfico cortado y coches atrapados en la AP-7 entre las localidades de Vinaròs (Castellón) y Amposta (Tarragona). A primera hora de la tarde, Renfe informaba a través de sus redes sociales de que suspendía la circulación en el Corredor del Mediterráneo, algo que en principio no afectaba a los trenes de Alta Velocidad.

En la estación sevillana de Santa Justa, a escasos treinta minutos de salir, se anunciaba que el tren con destino Valencia se demoraba. Una hora más tarde, viajeros al tren sin más información que el número de vía.

A las 22:30 horas estaba previsto que llegara a la estación de Joaquín Sorolla, pero a esa hora el tren estaba parado, según cuentan los pasajeros, "en medio de la nada".

En la provincia de Toledo estaba el problema. Entre las poblaciones de La Sagra y Yeles las lluvias torrenciales habían anegado las vías por completo y en teoría se podía circular a unos 10 kms hora, algo que luego no pudo llevarse a cabo.

Hasta 9 trenes procendentes de Andalucía se encontraron pasada la medianoche a las puertas de la bifurcación de la vía, en Mora. Ni a Madrid, ni a Zaragoza, ni a Barcelona, ni a Valencia.  Ni explicaciones. 

Las primeras decisiones apuntaban a la vuelta al origen. Dos horas más tarde, daban una alternativa. El cambio de vía hizo posible la llegada a la estación de Joaquín Sorolla 7 horas más tarde de lo previsto.

Una noche que será recordada por los pasajeros del AVE Sevilla- Valencia del 3 de septiembre.