Hoy es el último día de la temporada, pero no lo parece. Porque con el asesinato de uno de los líderes de Hamás y el inicio de los bombardeos en el Líbano tenemos actualidad en Oriente Medio para todo el verano.
Con la rebelión iberoamericana contra el fraude grosero del grosero Maduro, dispuesto a detener a toda la oposición antes de que le detengan a él a lo Ceaucescu, hay para medio mes mínimo.
Y con Sánchez hay pues por lo menos hasta que las bases de Esquerra decidan este viernes si les gusta que todas las cesiones del presidente español vayan a ser moduladas por un presidente catalán pero socialista, un tal Salvador Illa, auténtico Salvador de un Sánchez cada vez más ‘aillado’.
Aunque los militantes de Esquerra aprueben el pacto leonino conseguido por sus líderes hacia la independencia cada vez más cercana siempre quedará Puigdemont y sus necesarios votos en el Congreso. O el de Compromís. O los que dependen de Page, que hoy ha dicho que está seguro de que esta iniciativa es una fábrica de extremistas de derecha, que no le vincula, que no va a prosperar en el Congreso, y que hasta aquí hemos llegado.
Porque habría que cambiar una ley orgánica para consagrar esta desigualdad flagrante entre españoles, y todos esos votos son vitales. Dando por hecho que Sánchez supere esos dos match-ball, como acostumbra, quedarán pendientes los recursos de inconstitucionalidad que las demás comunidades autónomas podrían plantear ante el TC de Pumpido, ya imaginamos con qué resultado. Total, que esto tiene muy mala pinta.
Y peor que la tendría si la Comunidad Valenciana, como dice su Estatut reformado en 2006 por Francisco Camps y Joan Ignasi Pla, reclama para sí todo lo que consiga Cataluña. El Estatut tiene rango de ley orgánica, así que poca broma.
Entonces sí que estaríamos ante el adiós a ‘lo de ofrendar nuevas glorias a España’, quién se lo iba a decir a Camps, y habría que ir pensando en una confederación de naciones independientes hispanas. Y no me olvido de las cuitas de Sánchez con los jueces.
Usar al Estado para querellarse contra un juez que le ha querido tomar declaración como marido, no como presidente, parece tal insensatez que ya hay quien sugiere en la prensa una posible malversación y ya hay quien, acostumbrado como él al ruido (hablo de Vox), ha decidido ponerle una querella.
Bueno, y a ver si encima Peinado acaba imputando a Sánchez, que en el PSOE no lo descartan. Y entonces, ¿qué?, ¿se mantendría como presidente estando imputado? Sinceramente, tal como están las cosas parece llegada la hora del PSOE auténtico y renovado a la vez, como en la Transición.
Aunque dicho sea de paso me parece más fácil derribar estatuas de Maduro que de Sánchez.