Cualquier entrevistador sabe que si un tipo que te dobla la estatura y viene con las pilas puestas se sienta a un palmo tuyo, el que acaba encogido eres tú. Y si encima, tras meses de pandemia en los que ese tipo le hablaba a la cámara sin réplica una hora seguida cada semana, se explaya tanto en tu entrevista (en la que poco menos que te llama fascista) como para que tú tengas que preguntarle si le puedes hacer una pregunta, entonces es que no sabes hacer entrevistas. Ni buenas, ni malas, ni suaves, ni fuertes. No sabes. Y no pasa nada. Salvo que el entrevistado te gana. Por goleada.
No importa las mentiras que tu invitado te cuente, porque como además no tienes fondo de armario con el que ponerle ante el espejo de sus contradicciones, pues estás perdido. Anoche Pedro Sánchez negó que El País o El Diario sean de izquierdas. Cuando se lo dijo Pablo Motos el presidente le contestó que ésa era una opinión suya. O sea, que Sánchez opina otra cosa. Y ahí quedó el asunto, como quedó sin respuesta la comparación con Adolfo Suárez por legalizar el PCE y con Felipe González por pasarse a la OTAN, de quienes dijo que también habían cambiado de opinión. Lo mismito que dice ha hecho él con todo. Con Pablo Iglesias (de quien dice que no dijo que no podría dormir con él en el Gobierno), con Bildu, con los indultos, y con tantas otras mentiras ahora disfrazadas de cambios reflexivos. También quedó sin respuesta la afirmación de que el PP no quiere que haya gobiernos si no gobierna él, habiendo ayudado tan recientemente el PP a que gobierne Barcelona un socialista.
Pedro Sánchez está de gira. Yo personalmente le ofrecí una entrevista en esta casa hace ya algunos meses. La respuesta de su gabinete (por correo electrónico) fue que no podían aceptar mi invitación por problemas de agenda. ¿Pero saben qué pasa?, que yo no le puse ninguna fecha a mi propuesta, me valía (y me vale) cualquier día a cualquier hora cualquier mes de cualquier año. Luego el problema de agenda también era mentira. Anoche enfrente tuvo a Motos, pero la moto la llevaba él. No me extraña que hoy haya euforia de los suyos en las redes. A ver esta noche qué hace con Feijóo.
