La mayoría de los políticos están contentos con haber tenido hijos. A muchos políticos les hemos visto plantando árboles. Y a cada vez más políticos les ‘pone’ lo de escribir libros. Auto-justificatorios, por supuesto. Exo-escritos, naturalmente.

El periodista Vicente Lafora reivindicó muchos años después de ido ‘La huella de Lerma’ (así se titulaba el libro); Eduardo Zaplana se reivindicó con otro en 2007 sobre su gestión, del que apenas queda huella en Internet; Pedro Sánchez imprimió su ‘Manual de resistencia’ estando en La Moncloa (eso que lleva adelantado); y ahora Ximo Puig saca ‘Una idea d’esperança’, que supongo que habrá escrito en sus ratos libres, cuyo título me recuerda el de uno de los temas principales de la película Sacco y Vanzetti, ‘Esperanza de libertad’, sólo que aquel no tenía letra y éste debe andar sobrado de ella.

Es curioso que hoy, al día siguiente del evento al que los incondicionales de Puig invitaron a quienes invitaron, tampoco es que haya mucha reseña del acto en la prensa, señal de lo que cabe esperar del ejemplar. Me refiero al libro. Porque de Puig lo que cabe esperar es que pase pronto a segunda actividad y ‘no haga el ridículo’, como decía anoche en El Faro el periodista Ferran Belda.

Su intención, sin embargo, parece ser otra, la de pilotar o participar desde el AVE (diputado en Valencia, senador en Madrid) dos transiciones (en Valencia y en Madrid) que en casos similares ha sido siempre turbulenta en su partido. Pero cada cosa a su tiempo, y, al menos en lo tocante a la Comunidad, si a su rival de Mislata no se le deshincha antes el castillo.