Hoy es el primero de los días grandes (junto con el de la toma de posesión) de Carlos Mazón en la política de la Comunidad Valenciana en su conjunto. A partir de hoy ya no es el presidente de una institución provincial o de un partido grande, sino el presidente de todos los valencianos. La investidura de hoy como jefe de la institución autonómica y primer líder político de la Comunidad así lo atestigua.
Hoy, por tanto, comienza una nueva etapa para las instituciones de nuestro autogobierno, y, en realidad, para el conjunto de quienes vivimos en este territorio histórico que jamás ha sido histérico. Quizá por eso nos ha ido como nos ha ido en determinadas cosas.
Esperemos que no vaya a ser necesario subirse a ese tren trasnochado y decimonónico del nacionalismo insolidario, y que con una buena gestión aquí y en Madrid sea simplemente suficiente para dar a los valencianos lo que nos merecemos. De Mazón va a depender en buena medida. Su capacidad negociadora hasta ahora está probada. En la Diputación de Alicante, y desde que es president in péctore.
Hoy recordaba en su discurso que ha acordado Consell con Vox, Mesa de Les Corts con Compromís, plan de traspaso con PSPV, y comisiones en Les Corts por unanimidad y sin vetos. No es poco para empezar.
El president saliente, Ximo Puig, le ha ofrecido a su vez pactos en igualdad, cambio climático, cultura, bienestar y calidad democrática, que tampoco es poco. Si todo lo antedicho se cumple y fructifica, la Comunidad Valenciana saldrá ganando. Y esa será la mejor noticia. El tiempo nos dirá en qué quedan estos propósitos.
De momento, del discurso de investidura de Mazón me quedo con otro detalle, el de la creación de una segunda vicepresidencia, de Igualdad, y con la referencia integradora a la lucha contra las violencias (cito textualmente) “laboral, machista, intrafamiliar, de género, o de identidad sexual, racial y en cualquiera de sus formas”, lo que constituye un intento loable para intentar aplacar a todos los que han discrepado fuertemente estos días extendiendo unos la pancarta contra la violencia de género o enarbolando otros la bandera contra la violencia intrafamiliar.