Se acaba la temporada política... No es verdad, pero debería serlo. A estas alturas del año, lo normal y más tras dos campañas electorales tan próximas entre sí sería que nos fuéramos todos, políticos y periodistas que hablamos de políticos, de vacaciones, bien merecidas vacaciones, que sólo se pueden disfrutar de verdad desconectando de la realidad cotidiana.
Pero no va a ser así. Irnos nos vamos, eso seguro. Pero desconectar va a ser imposible en este verano imposible en el que no se puede conciliar el sueño y no sólo por el calor. La incertidumbre es siempre agotadora.
Y este verano va a serlo más. A mitad de agosto tendremos la primera batalla, la de la presidencia del Congreso. Y en septiembre vendrán todas las demás para las que agosto será cuartel de invierno. ¡De invierno, agosto!
Las idas y venidas a Waterloo, como lo fueron las idas y venidas a Ontinyent para cerrar el gobierno de la Diputación de Valencia, van a ser constantes. Y los cortes de digestión entre chapuzón y chapuzón serán habituales en la clase política española.
No, no vamos a poder desconectar aunque nos vayamos. No, no se acaba la temporada política, pero les vamos a dejar descansar unos días. Yo al menos. Porque septiembre Dios sabe qué nos traerá. Y a quién se nos llevará.
Septiembre será partida nueva, pero con cartas viejas. Y hoy aún falta contar los votos que vienen de fuera, los votos del Censo de Residentes Ausentes en el Extranjero, el CERA. O sea que tampoco era verdad que no hubiera más ‘cera’ que la que ardía.
En cualquier caso, felices vacaciones a todos. Las tengan o no.