No tengo yo muy claro qué puede hacer caer a estas alturas a Pedro Sánchez. Nada de lo que parecía que lo iba a tumbar lo consiguió. Ni el número real oculto de muertos durante la pandemia, ni el galopante IPC, ni los anunciados peajes por ir por carretera, ni Irene Montero, ni la excarcelación de golpistas catalanes, ni los pactos con quienes aún no condenan a ETA.
A día de hoy dos de esos asuntos vuelven a parecer claros candidatos a las puntadas finales, pero porque la impunidad cosechada hasta ahora ha llevado al presidente a pensar que un par de pasos más hacia el precipicio no le van a hacer mella.
Me refiero a la rebaja de pena para un miembro de la manada gracias al 'Sí es Sí' que teóricamente pretendía todo lo contrario, y la amnistía o alivio de pena para Puigdemont y unos centenares más que el fugado ha exigido para que Sánchez siga siendo presidente, y que corremos el riesgo de que se apruebe porque todos los políticos, periodistas y militantes socialistas menos diez han cambiado de opinión al respecto en tan sólo tres meses. Es lo que tiene el 'No es No' de Sánchez a Feijóo y sus propuestas de gobernabilidad.
Total, que el presidente nos maneja entre el 'Sí es Sí' de las manifiestamente inútiles Irene Montero, Pam y Victoria Rosell (¿dónde estudió Derecho esta señora?) y el No es No de su manifiesta falta de escrúpulos, ésa que es capaz de ordenar que se llame ‘golpista’ a Aznar por llamar a la movilización de la ciudadanía contra el borrado de los delitos de 2017 en Cataluña.