Al Consell se le apareció ayer la Virgen en forma de filtración a la consellera de Justicia de la noticia de que el subsecretario de ese departamento tenía una condena, antigua pero condena, por violencia de género.

Imagínense si, en vez de a la consellera, la información hubiera llegado antes a un medio de comunicación, como pasó con Carlos Flores. Y más tratándose de un alto cargo nombrado por Vox. Siempre es mejor gobernar el timón que remar a la contra.

La consellera estuvo diligente, Mazón estuvo contundente, y la orden de silencio absoluto cuando se supo que iba a haber un pleno extraordinario del Consell fue acatada como la suele acatar la izquierda cuando le cae algún marrón: cerrando y apretando las filas.

Aun así, aun habiendo reaccionado extraordinariamente bien todos los engranajes de la coalición, al Consell le está cayendo la ristra de críticas acerbas que cabía esperar de una oposición hiperventilada desde el minuto uno, que censura que hayan destituido a este señor como censuraría que no lo hubieran hecho.