Pedro Sánchez se presentó a las elecciones asegurando, por activa, pasiva y perifrástica, que no habrá amnistía. Le votaron casi 8 millones de personas. Si esos 8 millones de socialistas no le merecen el respeto suficiente, los 60.000 peperos de ayer en Madrid, ya se pueden imaginar.
La concentración de la plaza de Felipe II, a la que podía haber ido más gente de no haberla convocado y envuelto en banderas propias el PP, ha tenido el valor de mostrar el apoyo cerrado a Feijóo de la parte de la ciudadanía contraria a los cambalaches de Sánchez. Que al gallego le va a servir de bien poco. Si acaso, de refuerzo moral ante la investidura de mañana, que todo el mundo da por hecho que será fallida. Porque el PNV prefiere que le mate Bildu. Porque Junts no se va a ver en otra como ésta. Porque Podemos habla mucho pero hace poco. Porque Compromís sólo puede pillar así. Porque en La Mancha hay poco grano y mucho Page.
Así que Feijóo va a perder la investidura, y la amnistía se va a abrir paso, al menos hasta que el proyecto de ley se apruebe en el Congreso, cambie en el Senado, y vuelva al Congreso para su aprobación definitiva, que ése será el gran momento de retratarse.
Pero ¿y si mañana, al final, resulta que Feijóo no pierde?