Lo mismo que Feijóo dice que los pactos de Mazón y de otros presidentes con Vox le penalizaron el 23J, lo mismo puede decir cuando se celebren las siguientes Generales que sus pactos con Vox (si no hay incendios y la gente le pierde el miedo a Abascal) le pueden acabar beneficiando. Por eso, porque Vox ya no asuste a nadie excepto a Sánchez.
Pero bueno, eso de momento no es más que política-ficción. Como lo son también los pactos de Sánchez, con todos todo el tiempo, para hacer el Frankens-tei-na-zo cuya cabeza tanto se parece a la de Puigdemont. Porque es que, aunque sean muy probables, no dejan de ser difíciles esos acuerdos. Por su propia naturaleza, y por cuestiones incontrolables.
Por ejemplo: Podemos puede no votar si no le dan un ministerio, el PNV se puede caer del burro y convencerse de que no le conviene alimentar a Bildu, Compromís puede darse cuenta de su fuerza y hacer una valencianada, algún socialista con cargo de conciencia por lo de la amnistía puede inmolarse en plaza pública, Pedraz puede detener a Txapote (como ha pedido hoy), Llarena puede volver a cargar contra el prófugo de Waterloo, e incluso Évole puede quemar todas las copias del docu-drama de Ternera.
Y además, ojo, los de Junts pueden decidir que si el referéndum catalán va a ser inviable contra Feijóo vivirían mucho mejor. Puede pasar, puede que no hagan presidente a Sánchez.
De momento, el Consell de la República de Puigdemont ha anunciado hoy que va a preguntar en referéndum interno entre el 17 y el 23 de este mes en plena negociación con Sánchez si "¿El Consell de la República debe promover el bloqueo de la investidura del presidente del Estado Español por parte de los partidos catalanes?". Y lo mismo sale que sí, oiga, que los referéndums es lo que tienen. Por eso se hacen pocos.
Así que la emoción la tenemos garantizada de aquí a los anuncios de turrón en la tele, por lo menos.