La entrada de Vox en el gobierno municipal valenciano no parece que vaya a suponer la persecución de minorías, la represión de mujeres, la supresión de derechos, ni la vuelta al año 36, como nos anuncian desde la oposición. Oposición que probablemente debería centrarse en críticas concretas, por cosas tangibles y hechos comprobados y no por opiniones partidistas, para no perder la credibilidad que Pedro perdió por anunciar antes de tiempo la llegada del lobo. Hablo de Pedro el del cuento, no de Pedro el de cuentos como ‘La Amnistía durmiente’ o ‘Los tres indepes’.

El PP de la señora Catalá se ha rendido a la evidencia de que sin el Vox del señor Badenas no va a poder gobernar, y que en cambio con él a su lado va a dejar de dar munición gratuita a la oposición. De la no gratuita seguramente también dará, porque el ayuntamiento se va a derechizar, claro, pero al menos así se evita la sensación de caos que venían predicando Sandra Gómez y Joan Ribó, y se acaban las excusas para ralentizar ciertas reformas anunciadas en campaña como urgentes.

El pacto ha sido anunciado formalmente en el Salón de Cristal, y ahora habrá que procurar que no se rompa. Ni el pacto, ni el cristal. Un pacto que supone ceder competencias que la alcaldesa ya sabía que acabaría teniendo que ceder, y que llega casi cuatro meses después del pacto del PP de Mazón y el Vox de Barrera-Gil Lázaro en la Generalitat.

En la autonomía, Barrera es vice primero, y en el municipio Badenas va a ser vice segundo. Barrera es muy de Mazón, de quien en privado elogia especialmente su valentía. Badenas ha sido muy de Catalá (ahora vamos a ver), y de él cabe destacar precisamente su valentía desacomplejada.

Va a ser muy interesante seguir de cerca la evolución de estos dos pactos PP-Vox, que seguramente darán menos titulares que las complicadas relaciones de las que ahora nadie se acuerda que definieron los pactos PSPV-Compromís. No hay nada que gente muy ‘principal’ no pueda arreglar en un restaurante de nivel, ¿verdad señor Flores?