En mis 41 años de ejercicio del periodismo he visto y oído de todo en política. Y todo lo he entendido, respetado, y difundido aunque no lo compartiera. Pero no llevo bien que me tomen por tonto. Puede que lo sea, pero desde luego no me gusta que me lo recuerden.
Pedro Sánchez este fin de semana ha pedido la amnistía. Y lo ha hecho, como Blas Otero para otras cosas en el texto que luego hizo canción Jarcha, “en el nombre de España”. O sea, ¿el Estado soy yo, como Luis XIV, ‘el Rey Sol’? Hace falta atrevimiento. Porque Jarcha (usando a Otero) lo que cantaba era “En el nombre de España, paz”, ya que lo que la Transición (de la que fueron voz) preconizaba era el cierre de las heridas de la Guerra. ¿Y ahora, señor Sánchez? ¿Pedir perdón a los independentistas por incendiar las calles, las leyes y las instituciones, que es lo que quieren volver a hacer, va a apaciguar el país en nombre del que dice usted hablar?
Otro que tal baila es el señor Morera, senador por la Comunidad Valenciana, expresidente de las Cortes Valencianas, asistente este fin de semana en el acto anual culmen del catalanismo en Valencia, en el que habló Pere Aragonès, el todavía presidente catalán, que empleó su tiempo en reivindicar los Países Catalanes. ¿Cómo es que el señor Morera, elegido para representar a la Comunidad Valenciana por el parlamento que presidió asiste a un acto en el templo del catalanismo, con un invitado estrella catalanista, en el que se sabía que se iba a pedir reivindicar una vez más la supuesta catalanidad de la Comunidad Valenciana? ¿Les Corts van a abrir una investigación al respecto o al menos a llamarle la atención?
Y un tercer político que no resiste el menor examen de coherencia tras llamar ‘genocida’ a Israel es la vicepresidenta española Yolanda Díaz, a quien no se le recuerda una protesta de similar calado cuando Rusia invadió Ucrania, deportó niños ucranianos, voló infraestructuras críticas para la supervivencia de la población civil ucraniana, y masacró edificios de viviendas para uso civil.
Vergonya, cavallers (i senyora), vergonya.
