Una de las cosas más sorprendentes que he visto en Twitter últimamente es a un activísimo socialista reproduciendo horas antes la convocatoria de concentración de anoche ante su sede.
Si había alguien que no se había enterado a tiempo de esa convocatoria, gracias a él se puso al día. Era como tirar piedras a su propio tejado. A no ser que lo que de verdad quisiera ese socialista es victimizar a su partido alentando a los más exaltados a manifestarse ante su sede. Puede ser. Porque en el bando de enfrente (ya no hay adversarios, Sánchez ha propiciado que ahora todos sean enemigos) los hay de mecha corta, como se vio anoche en Ferraz. Para el PSOE todos son fachas. Los de las sedes, y los de las plazas a los que ha convocado el PP para el domingo. Dos formas de protestar de dos partidos distintos.
Pero aquí protesta mucha más gente que los del PP o los de Vox. Protestan socialistas escandalizados, como Guerra, González o el hermano gemelo de Page, que no se reconocen en el nuevo PSOE, frentista y rupturista; protesta el juez García Castellón imputando a Puigdemont por delitos que va a seguir persiguiendo la UE y la ONU pase lo que pase en España; protestan los jueces del Consejo General, que ya se ven desautorizados en sus sentencias; protestan los policías, apaleados y juzgados mientras sus agresores van a ser amnistiados; protestan sindicatos como UGT, que no quiere la cesión de Rodalies a Cataluña; protestan obispos como Munilla, que ven inmoral que unos políticos perdonen a otros a cambio de sus votos; y sobre todo, protesta en las encuestas al menos la mitad de los españoles, contra los que nunca se debería hacer nada tan decisivo como lo que Sánchez va a pactar con sus socios periféricos.