Si usted, varón, esta mañana ha saludado a su mujer o a sus compañeras de trabajo con un simpático ‘buenos días, zorra’ seguramente se habrá llevado como mínimo un guantazo. Sin duda porque esas mujeres aún no se han enterado de que, desde este sábado, el día en el que la ciudad de Benidorm ha unido para siempre su nombre al de la canción ‘Zorra’, ésa es una palabra que ensalza el empoderamiento femenino, derogando su anterior significado de ‘buscona’ o ‘vulpeja’.

Así son las cosas… ahora. Vamos a ver qué dice Eurovisión sobre el título, la letra y la fina y elegante coreografía de nuestra canción representante, estilo ‘Camela siglo XXI’. De momento TVE pasa de prohibir en 1983 el ‘Me gusta ser una zorra’ de un grupo femenino de punk bilbaíno llamado ‘Las Vulpes’ a promocionar que las mujeres reivindiquen con orgullo desde la Comunidad Valenciana ser unas ‘zorras’.

El otro gran asunto del fin de semana, y de la semana entrante, es el agua desalada que vamos a ofrendar a una parte de España gobernada por quienes no quieren ser España. Y eso va a ser así por decisión de una ministra que para seguir siéndolo depende de Puigdemont y Aragonés y que no se atreve a trasvasar agua del Ebro. La que saldrá de la ‘nuclear del mar’ de Sagunto, en definición añeja de Esteban González Pons, viajará en barco hasta Cataluña, dejándonos aquí la salmuera, y sin que se conozca compensación alguna, aunque sea en la factura de la luz que se tendrá que gastar. Compensación que la Generalitat valenciana debe exigir.

Tenemos pendiente el trasvase del Tajo. No su mantenimiento, judicializado, sino por qué no su mejora. Por no volver a hablar, como habló al principio de su mandato, aquí en La 8, la consellera Salomé Pradas, del trasvase del Ebro. Seguramente es el momento de reabrir ese melón, aunque tenga piel de sapo.