Sólo una persona en el mundo sabe en qué va a quedar el caso Koldo: Koldo. El exasesor del exministro Ábalos tiene las claves. Ése es el problema, que tiene las claves. Del caso, y de cosas. Y de lo que declare hoy y de lo que declare otros días van a depender muchas cosas. Entre ellas, el vuelo que coja el presumiblemente primer caso de envergadura de presunta corrupción del PSOE sanchista.
Es justo lo que le faltaba a Pedro Sánchez: que además del escándalo de las concesiones sin fin a los independentistas catalanes y las menos divulgadas a los independentistas vascos, que además de los líos en los que le ha metido su incómodo socio (antes Podemos con el ‘sí es sí’ y ahora Sumar con su inanidad gallega), que además de tragar con lo que le pide Marruecos (del que ayer dijo que no tenía nada que reprocharle ni en narcotráfico, ni en inmigración, ni en nada de nada), … que además de todo eso ahora le salga un caso de corrupción, presunta corrupción, y encima por un asunto por el que antes quiso empitonar sin ningún éxito a Díaz Ayuso.
Igual ahora resulta que es ella la que le empitona a él, porque del PP madrileño (la venganza se sirve siempre fría) es de donde nace la denuncia que señala de momento a Koldo y que apunta de momento a cuatro altos cargos de Sánchez. Y en todo caso: que todo un presidente del Gobierno responda a este escándalo naciente, estando ayer en el extranjero, apuntando al hermano de la presidenta madrileña por un caso que se cerró porque no había caso, según fiscales españoles y europeos, es como mínimo para querella. Y como máximo, para empezar a tomar tazas y tazas de tila.
¿No querías Koldo?, ¡toma dos tazas!