Publicaba hace unos días El Confidencial que ni Yolanda Díaz ni los demás ministros de Sumar se opusieron ni se abstuvieron (pese a la petición de Compromís y las promesas de campaña) a la ampliación del Puerto de Valencia en el Consejo de Ministros del que forman parte, según las actas de la sesión.
La primera lectura que se puede hacer de este hecho es que, se diga lo que se diga, la importancia y relevancia del puerto de Valencia debe ser evidente hasta para quienes en teoría se estaban oponiendo a su ampliación. Para, al menos, parte de ellos.
El mes pasado Propeller, la asociación de empresas logísticas del puerto de Valencia, alertaba de los peligros que hacen aún más necesaria dicha ampliación: la crisis del Mar Rojo, en primer lugar, y precisamente en un momento inflacionista como el que vivimos desde hace tres años. Por su culpa se presume que los barcos grandes ya no llegarán aquí, se quedarán en el Mediterráneo Occidental, con 15 días más de tránsito y más emisión de CO2, lo que nos hará perder competitividad, para desgracia de los exportadores.
Ascer, por ejemplo, podría alcanzar los 1800 M de sobrecoste, aunque el horizonte de la reconstrucción de Gaza tras la guerra sea muy interesante para nuestras azulejeras.
La clave para Propeller está en promocionar a Valencia como puerto de entrada a Europa de las cargas a distribuir por el Viejo Continente a pesar de nuestras carencias en infraestructuras. En este sentido hay un grupo de catedráticos redactando un informe detallado de la comparativa del puerto de Valencia con otras opciones de descarga para el sur y el centro de Europa.
Y aún hay otro peligro global para el puerto de Valencia: las nuevas alianzas de navieras que se anuncian para 2025, el año que viene. La presencia de alguna de ellas en Valencia peligra en estos momentos.
Yo no sé si Yolanda Díaz sabe todas estas cosas, pero es de suponer que los asuntos que se llevan para su aprobación a los Consejos de Ministros están bien documentados y razonados. Y si es así, por mucho que lo diga Compromís, resulta difícil oponerse a este tipo de acuerdos.