He escuchado esta mañana el inicio de la sesión de control al Gobierno en el Congreso y me he quedado muy preocupado. La reacción de Pedro Sánchez cuando se le ha preguntado, como todo el mundo esperaba, por el caso Koldo ha rayado la desesperación.
Sólo así se entiende que, primero, no haya respondido a lo que se le preguntaba; segundo, saque otra vez a pasear la antiquísima foto de Núñez Feijóo con un narco añadiendo datos de supuestos viajes que, dada la nula credibilidad de un presidente que cambia continuamente de opinión, ahora habrá que contrastar; y tercero, ha pedido la dimisión de una presidenta autonómica, Ayuso, por algo parecido a tener el novio que tiene, porque ella, que se sepa, no está acusada de nada, y a él de momento sólo se le ha hecho una inspección fiscal por negocios que, que se sepa, no tienen que ver con ninguna administración. Y vamos a ver qué sabía del piso también particular de este señor la ministra de Hacienda, y cómo y cuándo lo supo.
Para más inri, según Ayuso (que tiene delito que a estas alturas de siglo tenga que reivindicar su libertad para dormir en la cama que quiera) no es su novio quien debe a Hacienda, sino Hacienda quien le debe a él nada menos que 600.000 euros.
Pero volviendo a Sánchez, escuchándolo esta mañana lo primero que se le venía a la cabeza a cualquier observador no digo imparcial sino simplemente ‘no abducido’ es ‘qué mal debe estar pasándolo’ cuando reacciona así, sin control en una sesión de control. Su repetida ‘exigencia’ de dimisión para Ayuso (¿por tener el novio que tiene?) ha sido respondida por Feijóo con un elocuente "seguro que en su casa no están contentos con lo que acaba de decir", en referencia a la mujer del presidente, Begoña Gómez, y a su presunta relación con el rescate de Air Europa y con la trama de Koldo, asunto bien diferente al del novio de Ayuso.
No sé, yo creo que a un presidente del Gobierno se le tienen que exigir dos cosas: una, que no mienta. Como en este caso eso es imposible, sería de desear que se cumpla al menos la otra: que no pierda los nervios y no abandone con tanta facilidad la dignidad que se le tiene que exigir por razón de su cargo.
