Tenemos la mala costumbre de dar por hecho que dirigir un proyecto es lo mismo que liderarlo. Desde este fin de semana Diana Morant dirige los destinos del PSPV, pero el liderazgo aún no lo tiene. Por lo visto y oído ayer y antes de ayer, Morant es, ante todo, una ministra de Pedro Sánchez, y secundariamente una aspirante a líder del socialismo valenciano. Porque en el congreso extraordinario que la ha aupado no hemos oído nada de la nutrida agenda valenciana de reivindicaciones al poder central, ni siquiera para echarle la culpa al PP.

¿Por qué tendrían que echarle la culpa al PP, se preguntarán ustedes, si el PP no gobierna España? Pues por lo que sea, las razones hace tiempo que no importan en la política española. Todo el discurso este fin de semana ha sido (versión Morant) que “la derecha (aquí) pone en valor la dictadura franquista”, y (versión Sánchez) que “hay muchas razones para sacar a esta gente del PP y de Vox”. Y ya está, no hay más que decir ni argumentar. Bueno, sí, sugerir que recurrirán al Constitucional dos iniciativas legislativas de PP y Vox de la Comunidad.

Cuando Sánchez va a otros territorios hace anuncios de obras o de lo que sea que incumben a esa zona de España. Aquí no, aquí con usar los mismos discursos de confrontación flamígera que en el Congreso piensa el presidente que es suficiente. Ni infrafinanciación, ni inversiones, ni derecho civil, ni agua… nada. Sólo acabar con el PP. Sólo mantenerse en La Moncloa. Sólo choque. Sólo verborrea.

¿En qué han quedado esos buenos propósitos de rebajar el tono que unos y otros nos hicieron la semana pasada? Desde luego aquí, en muy poca cosa, con Baldoví, el dirigente de Compromís (formación en la que Morant vuelve a confiar para futuras alianzas), poniendo boca abajo en Twitter a Mazón porque dice que no le respeta como valenciano. En fin, es lo que hay.