La campaña que acaba de empezar es la vasca. Sin embargo, da la impresión de que fuera de Vasconia la campaña que de verdad importa es la catalana. De hecho, todo parece impregnado estos días en la vida pública por los ecos de la contienda catalana. Que, para algunas cosas, puede que incluso nos venga bien a los valencianos.
Un ejemplo: la ministra Teresa Ribera parándole los pies al manchego García Page asegurando en público que el Tajo es de todos cuando el díscolo socialista abogaba por cerrar por completo el Trasvase y usar aquí a tope las desaladoras
Seguramente Ribera se ha empleado así con Page porque Page pone pegas al Gobierno del que Ribera forma parte en su política de conciliación con los independentistas catalanes, y no por otra cosa.
Las catalanas se imponen tanto en el clima político reinante en el resto de España como para que Carlos Mazón responda a la acusación de la Delegada del Gobierno de que el presidente de la Generalitat se comporta como un niño malcriado pidiendo la ampliación de nuestros aeropuertos llamándola delegada “de Sánchez y Puigdemont”.
Todo es Cataluña, como ven. Sólo algunos flecos internacionales lo desmienten. Como que Sánchez quiera llevar a la ONU las leyes de Concordia de nuestras autonomías (como si la ONU no tuviera otra cosa de la que ocuparse) o que el Consell haya aprobado lo que ya el expolítico Alejandro Font de Mora nos anunció en esta casa: la creación de la Academia Valenciana del Tango. Porque es que el saber, no sé si todos lo saben, no ocupa lugar. Tanto-tengo, … tengo ‘tango’.