He leído y escuchado con atención lo que dijo ayer el ministro Bolaños en Paterna (en la actual ofensiva de primavera del Gobierno contra Franco) sobre la propuesta de Ley de Concordia que PP y Vox han empezado a tramitar en Les Corts. Y dice el principal escudero de Pedro Sánchez que la derecha lo que propone es “blanquear el franquismo”. Y, les confieso, no lo acabo de entender. A lo mejor de verdad es así, pero yo, hoy, no lo acabo de entender. Porque, a falta de ver cómo acaba redactada la ley valenciana, lo que sabemos de momento es que pretende equiparar en el reconocimiento a todas las víctimas de la Guerra Civil y del terrorismo, sin dejar de trabajar en las fosas en las que ahora se trabaja para la recuperación de restos humanos.
¿Qué hay de malo en ello? ¿acaso no hubo víctimas inocentes en ambos bandos? ¿acaso no hubo asesinos en ambos bandos? ¿dignificar a las víctimas gratuitas de los fusiles de la izquierda revolucionaria es de verdad blanquear el franquismo? ¿todos los que no combatieron activamente por la República eran fascistas? ¿los niños asesinados y las monjas vejadas, todos los que fueron torturados en las checas eran ideólogos franquistas? ¿todos, de verdad? Y las víctimas del terrorismo de ETA, ¿también eran franquistas? ¿incluidas las socialistas? ¿Pero no habíamos quedado en que las declaraciones del otro día del señor de Bildu que niega que ETA fuera terrorista eran incompatibles con la Democracia? No sé, señor Bolaños, no lo acabo de entender.
Las víctimas del terror nacionalista han de ser reparadas siempre y en todo lugar, no sólo cuando se avecinan elecciones vascas. Y en cuanto a la Guerra, a la gente le pilló en la zona que le pilló.
Y si bien había muchos que comulgaban con las ideas del Frente Popular o de los insurrectos militares, la inmensa mayoría de los españoles de aquel terrible periodo simplemente intentó sobrevivir como buenamente pudo en donde pudo, le gustara o no el color de sus autoridades, a pesar de delaciones interesadas para quedarse unas tierras o unas casas, a pesar de descontroladas y crudelísimas persecuciones religiosas, a pesar de la locura de tomarse la justicia por su mano a la que tanta gente en los dos bandos, en los dos, se entregó.
