John Lennon tuvo un ‘fin de semana perdido’, separado de Yoko Ono, que duró 18 meses. Pedro Sánchez ha tenido un fin de semana perdido, pegado a Begoña Gómez, que ha durado cinco días, pero cuyos efectos van camino de durar 18 meses o más.
Efectos que son básicamente dos: a nivel interno, haber conseguido que todo el PSOE -pero también sus socios- se pregunten quién va a suceder a Pedro Sánchez cuando éste, obligado o no, deje la jefatura de la coalición de investidura. … Silencio en la sala. Y a nivel externo, haber conseguido que la prensa de todo el mundo ponga a la corrupción y a su esposa en un mismo titular.
De lo primero se deriva un efecto positivo para el presidente: pasar de ser él quien necesita a sus socios a recordarle a sus socios que también ellos le necesitan a él. Como el domingo hay elecciones en Cataluña, vamos a ver cómo se traduce eso.
De lo segundo, lo de la corrupción y la esposa en el mismo titular, se pueden deducir en cambio efectos negativos para Sánchez. Porque el juez que abrió diligencias por lo de la esposa le ha pedido a la UCO que investigue, y porque ya son bastantes los que aseguran que habrá más material para alimentar la máquina judicial, que no del fango (aunque ahora, con la crisis con Argentina, igual deberíamos hablar de la máquina del ‘tango’). De hecho, gente con despacho en Madrid me aseguraba hace unos días haber visto cosas que aún no han salido. Vamos a ver si eso pasa, y si pasa, de qué nivel de enjundia estaríamos hablando.
Colateralmente, del ‘lost weekend’ del presidente no son pocos tampoco los que dicen que le ha servido para darse cuenta de que tiene que hacer cambios en su esfera política más próxima. Algunos apuntan a quien esos días se movió en conciliábulos, seguramente antes de tiempo, como si fuera la ‘delfina’ que ahora puede que deje de ser.
Con todo este cacao, lo más sorprendente de todo es que el presidente le dijera ayer a El País en entrevista, pero sin que nadie se lo preguntara, que él no tiene un problema de salud mental.