Ahora se está hablando mucho de las posibles ampliaciones de los dos grandes aeropuertos de la Comunidad Valenciana. Pero las infraestructuras de este territorio tradicionalmente maltratadas (porque los retrasos y los recortes son malos tratos) son las del agua (con los trasvases en primera línea) y el Corredor Mediterráneo. Porque afortunadamente lo del Puerto de Valencia va bien, aunque Vicent Marzà, posible eurodiputado de Sumar, ya dice que montará jaleo con ese tema en el Parlamento Europeo. Allí es donde también el PP ha mostrado recientemente incoherencias con lo que dice aquí respecto del Corredor, votando en contra de su agilización con la excusa de que hay otras vías férreas retrasadas en otras partes de España.
Afortunadamente el PP español perdió esa votación. Pero es que tampoco el PSOE anda fino con las infraestructuras críticas cuando va a Bruselas. Un eurodiputado alicantino quiso blindar continentalmente los trasvases mientras su colega García Page los quiere eliminar. El eurodiputado no va a seguir en su puesto, se lo han cargado de la lista. Y Page, pues a lo suyo. A falta de que Mazón consiga de él con el agua lo que Zaplana consiguió de José Bono con la A3, hoy los dos dirigentes autonómicos -los actuales- han firmado un acuerdo de puro sentido común: que los habitantes de las zonas limítrofes entre ambas comunidades puedan ser atendidos por los servicios sanitarios que les pillen más cerca, sin importar si son de su territorio o no.
En este tiempo en el que vuelven por todo lo alto las epístolas (la carta de Sánchez, la de Junqueras, y hasta la de la exalcaldesa alicantina Sonia Castedo) las reuniones cara a cara ayudan mucho a agilizar las cosas, e incluso a superar los muros y los cordones. En este caso, sanitario.