Los estudiantes universitarios valencianos acampados para, entre otras cosas, pedir que no cese la ayuda humanitaria a Palestina, han dado un paso adelante y han decidido impedir que los demás estudiantes vayan a clase o a la biblioteca en plena época de exámenes. Los estudiantes rebeldes se creen en la obligación de decirle a los demás desde detrás de las barricadas que han montado en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia -tratándoles de menores de edad- lo que tienen que hacer: que es no hacer lo que tienen que hacer, ir a clase, que ya me contarán en qué ayuda a los palestinos no hacerlo.
La encargada de comunicar la ocupación del reciento universitario ha leído un comunicado que llevaba en su teléfono móvil cuando alguien fuera de plano le ha dicho que empezara a hablar. Lo ha hecho con la parte inferior de la cara semicubierta voluntariamente con un pañuelo, el que seguramente tendría que llevar obligatoriamente puesto en la mitad superior de su cabeza si viviera en buena parte del mundo árabe.
Los israelíes no son ángeles, desde luego que no, se ve en sus redes y sobre el terreno. Acostumbran a abusar de su condición histórica de víctimas sin miedo a la crisis reputacional que ello les suponga. Pero son una democracia y en octubre fueron las víctimas. Víctimas de terrorismo, de una barbarie difícilmente imaginable, porque parte de una sociedad, la árabe, simplemente y llanamente quiere que los israelíes desaparezcan. Nadie levantó en octubre barricadas en la Universidad de Valencia. Igual que nadie ha montado acampadas para exigir el fin completo de la relación de la Universidad de Valencia con Rusia tras la invasión de Ucrania, país al que muchos desaprensivos piden simplemente que se rinda.
Los israelíes y los ucranianos merecen la supervivencia tanto como los palestinos y los rusos, no menos. Y la estabilidad y la democracia. Los que ahora han bloqueado el acceso a parte de la universidad de Valencia con mesas y sillas me temo que no se manifiestan por la Justicia, sino contra el sistema.
