Hoy llegan a España Zelenski (para llevarse armas que la mitad del Gobierno español no aprueba que se lleve) y los camiones para los conciertos de Taylor Swift (la joven cantante cuyas letras se estudian en varias universidades). El jueves España aprobará la ley de la amnistía, y mañana el Consejo de Ministros reconocerá al Estado palestino, aunque no se sepa ni cuáles serán sus fronteras, ni su capital, ni sus dirigentes. Recuerden que Cisjordania la gobierna la Autoridad Nacional Palestina y Gaza Hamás. Y ambas son parte del Estado al que se quiere reconocer. Ésa es nuestra agenda internacional esta semana, dando por bueno que los independentistas catalanes consigan algún día ser otro Estado al que España quiera reconocer. Nutrida agenda para tapar el aniversario mañana del éxito del PP del 28M.
Lo de Palestina ha ido in crescendo este fin de semana, con otra ministra, la ‘moderada’ Margarita Robles, declarando que Israel está cometiendo un genocidio. Según el Diccionario de la RAE genocidio es el “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Y dicen los israelíes que si quisieran cometer un genocidio habrían empezado por el 20% de su población, que es palestina.
Cualquiera que conozca cómo se las gasta Israel estaría preocupado porque haya respondido a las declaraciones de Yolanda Díaz y de Robles con la frase “haremos daño a quien nos dañe” y con su irónico vídeo flamenco de supuesto agradecimiento de Hamás a España. Más aún con las informaciones que apuntan a que Israel ha cortado las comunicaciones con los soldados españoles de la ONU destacados en el sur del Líbano. Independientemente de si la política de tierra quemada de Israel en Gaza está o no justificada (la muerte de inocentes nunca lo está), nadie puede alegar desconocimiento del tradicional modus operandi israelí cuando algo le disgusta. Y mucho menos, Hamás, que seguro que previó que su ataque de octubre tendría una respuesta militar como la que está habiendo. Cosa que, bien provista de escudos humanos palestinos y de rehenes israelíes, no ha parecido importarle lo más mínimo.
