En Valencia hay un grupo muy bueno, liderado por Carlos Reig y Raquel Piñango, que hace versiones de Beatles, Stevie Wonder y Presuntos Implicados, que se llama ‘El día después’. Si lo ven anunciado por ahí, no se lo pierdan.
Hoy es ‘el día después’ de la resaca electoral de las elecciones vascas. Y de las catalanas. Y de las europeas. Porque la resolución de esos dos primeros procesos estaba esperando, como la entrada en vigor de la amnistía, a la resolución del tercero. Por eso hoy ya sabemos que el pacto del PSOE con el PNV que hará lehendakari a un tal Pradales está cerrado. Y seguramente va a incluir una reforma del Estatuto que ríete de la de los catalanes. El ‘reconocimiento nacional’ es la meta.
En Cataluña ya tienen presidente independentista del Parlament. Él decidirá quién se presenta primero a la investidura, si Illa o Puigdemont. Probablemente sea en ese orden, para cocer en su propia salsa al socialista y desbrozar el camino al regreso del prófugo, ahora que ya hay amnistía, y a falta de lo que decidan los jueces sobre su aplicación práctica.
Illa, y mira que dijeron los corifeos de guardia que con él todo iba a cambiar en Cataluña, va a acabar como Arrimadas, compuesto y sin poltrona, porque está llegando la hora de Puigdemont. ¿Qué Esquerra se suicidará si apoya a Junts? También lo hará si apoya al PSC. Y con Junts al menos no les llamarán ‘botiflers’.
En paralelo, siguen las maniobras con la causa de la mujer del presidente, que algunos quieren europeizar, e irrumpe con fuerza la del hermano del presidente, que algunos juristas ven con más sustancia que la de Begoña Gómez.
‘Se viene carta de Sánchez’, decía ayer, guasón, un redactor de esta casa cuando supo lo de la investigación judicial al hermanísimo. No sé. Entre unas cosas y otras, vascos, catalanes, familia, Sánchez lo tiene mal.
Pero eso ha sido siempre así, y él ahí sigue, y España también, porque avanzar no se puede avanzar mucho con un Gobierno que no gobierna, en el que encima ahora hay ministras que dimiten del partido que les puso ahí, y ministros operados de urgencia. Hay ‘bolaños’ que no está uno para nada.