Cantaba Celia Cruz que “no hay que llorar, que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando”. Pues va a haber que cantar, porque el carnaval de la política española ni tiene fin ni se le adivina.
Puigdemont acaba de decir que la oferta de Sánchez de financiación singular para Cataluña que anda negociando con Esquerra (a la que necesita para hacer president a Salvador Illa) es un “chantaje”, y le recuerda que sin su apoyo (el de Junts) él no seguirá en Moncloa.
En paralelo, Marine Le Pen, en modo pre-electoral, ha declarado que Puigdemont en Francia “humilla al país”, y que “si ganamos no durará”.
El caso es que el debate está hoy en la singularidad de Cataluña. Me van a perdonar la autocita, pero al día siguiente de las elecciones catalanas, el 13 de mayo, les dije en este mismo espacio que “Illa y Sánchez sólo podrán gobernar a la vez si los dos partidos independentistas se lo permiten a la vez. Y para ello Sánchez se tendrá que inventar algo que satisfaga a sus dos socios a la vez. Y eso, como no puede ser el referéndum, tendrá que ser un régimen económico especial que ponga a Cataluña muy por encima del resto de autonomías. Y eso nos va a perjudicar. Sólo habrá que esperar a que pasen las Europeas”. Fin de la autocita.
Pues exactamente en ese punto estamos, señoras y señores del PSPV, que os cuesta verlo. Menos mal que vamos surtidos de temas y un escándalo tapa a otro: mañana, junta de fiscales de sala para conseguir que no entorpezcan la amnistía; pasado mañana, aniversario del rey al que la izquierda mantea sin acordarse de que cuando manteaban a otros ellos veían delito de odio; pasado mañana el Constitucional perdonará a una ministra socialista lo suyo con los ERE de Andalucía; ayer el ministro Bud Spencer llamó “saco de M” a un jefe de prensa (como antes la vicepresidenta mandó a la M al líder de la oposición); … en fin, que como cantaba Celia Cruz, “no hay que llorar, que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando”.