El que piense que salidos los de Vox de los gobiernos autonómicos se va a acabar el mantra socialista de que el PP es tan de ultraderecha como los de Abascal se equivoca. Se equivoca, porque el PSOE le va a faltar tiempo para recordar que PP y Vox siguen juntos en los parlamentos regionales, y sobre todo en los ayuntamientos, del que el más importante de España es el de Valencia.
El mantra va a ir por ahí. El Gobierno no va a soltar ese hueso fácilmente. Pero bueno, el PP se libra de seguir sufriendo ataques por asuntos como el de la violencia de género o la acogida de menas, se hace más útil, más ‘casa común’, y deja más claras las diferencias entre él y el resto de la derecha.
Resto, en el que Alvise compite con Vox desde las Europeas. No son pocos los que creen que la salida de pata de banco de ayer de Abascal tiene que ver con eso, con que a Alvise le ha dado por llamarle a Vox ‘ultraderechita cobarde’. Yo creo que también tiene algo que ver el extrañísimo movimiento de Abascal en Europa, inscribiéndose por sorpresa en el grupo de eurodiputados que lidera el húngaro y prorruso Viktor Orban.
Rusia, no lo olvidemos, bombardea hospitales oncológicos infantiles en Ucrania. Sin despeinarse. Si alguna vez Abascal aceptara preguntas de periodistas me gustaría saber qué opina de eso. El alineamiento radical con Orban es una buena excusa para que se pasen al PP personas que hasta ayer estaban en gobiernos conjuntos representando a Vox.
El consejero extremeño ya ha dicho que él no se va. El valenciano Vicente Barrera, que tan buena relación ha fraguado con Carlos Mazón, le hizo ayer la cobra a Abascal. Quizá lo veamos pronto de vuelta a la actividad política que ayer su líder truncó.
Los consejeros de Extremadura y Castilla y León han decidido quedarse a pesar de la orden de su partido. Si Mazón no hubiera cesado anoche a los tres valencianos, ¿alguno de ellos habría desobedecido a Abascal? ¿Quién dijo que en julio nunca pasa nada?