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A vueltas con la ceremonia de inauguración de París 2024

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  • Redacción
  • Publicado: 29/07/2024
  • Actualizado: 29/07/2024 · 14:53

Vicente Climent reflexiona en 'A estas horas' de Noticias 8 Mediterráneo

La ceremonia de inauguración fue orgullosamente arriesgada. Los organizadores presumían dando por hecho que el riesgo que asumían se traduciría en conquistas universales para el olimpismo y la modernidad.

Pues de entrada el protagonismo de los deportistas fue minimizado salvo que se dispusiera de prismáticos o se viera el desfile grabado a mitad de velocidad. Sólo así daba tiempo a reconocer a algunos. Además la bandera olímpica la iban a izar al revés y a Corea del Sur la llamaron del Norte.

Y por en medio, las grandes polémicas: primero, la exaltación de cuanta mujer abortista destacada encontraron en la historia de Francia, país que con Macron ha incluido como derecho constitucional una práctica que pretendía que también lo fuera para la Unión Europea entera, en este caso sin éxito; segundo, la satisfacción que parecieron mostrar los organizadores por ser descendientes de cortadores de cabezas humanas con bula oficial.

No imagino yo a estas alturas a los herederos del Santo Oficio presumir de brujas quemadas; tercero, poner a galopar a lo Oliver y Benji, de manera infinita, a un jinete del Apocalipsis, con lo que ello significa; y cuarto, la parodia de la Santa Cena.

Que la autodenominada ‘ciudad del amor’ se burle de la religión del amor me parece difícilmente explicable salvo que se considere la hipótesis de la provocación a una de las pocas creencias que no reprime a los tránsfugas de su sexo biológico, entre los que estaban los ‘Drag King’, como los llama el obispo Munilla, que posteriormente reconocieron haber representado la Última Cena a orillas del Sena.

Con las creencias con las que no se meten estarían encarcelados o muertos. Con ésta hacen lo que quieren y no les pasa nada. Como salir desnudos en horario infantil en desfiles anuales para celebrar su condición, que tampoco entiendo yo la necesidad de hacerlo sin ropa.

Y además, que los  que idearon un espectáculo que pretendía ser olímpico se declaren ‘inclusivos’ habiendo ofendido potencialmente a mil millones de personas me parece toda una incongruencia. Miren: no tiene un pase que la inauguración de París 2024 vaya a ser recordada por una imitación irreverente de la Santa Cena, por mucho que ahora algunos digan que se recreaba un cuadro desconocido de un autor menor porque no han encontrado otra vía por la que intentar escapar de la polémica.

Han pedido perdón, dicen. Bueno, más bien han dicho que lamentan que alguien se haya podido sentir ofendido, como si esa ofensa fuera una respuesta exótica de un grupo de fundamentalistas de extrema derecha.

Pues no, no señor. Parten de dos errores graves: ni todos los homosexuales apoyan las mamarrachadas, ni quienes las criticamos somos fundamentalistas de extrema derecha. Ah, y ni los unos ni los otros somos pocos.

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