Mi abuela me contó al morir un conocido de la familia siendo ella pequeña todos en el funeral en medio de un mar de lágrimas se quejaban de que el finado, cuya viuda se dedicaba en exclusiva a la familia y a sus labores, se llevara la llave de la despensa.

"¿De qué va a comer ahora su familia si se lleva la llave de la despensa?". Mi abuela, una niña entonces, preguntó con ingenuidad a su madre por qué no buscaban en los bolsillos del fallecido para recuperar la dichosa llave.

La llave, ya lo saben ustedes, es y siempre ha sido una metáfora muy conveniente para explicar que alguien tenga el poder sobre algo. Los catalanes van a tener la llave de la caja, como llevan tiempo proclamando los independentistas. Los socialistas se la van a dar. Y van a intentar -ya veremos cómo- que futuros gobiernos españoles no busquen en sus bolsillos una vez muertos políticamente.

Cataluña se va a hacer más insolidaria ahora que se nos va a intentar convencer de lo contrario hablando de ‘concierto económico solidario’ con el resto del país, del que se van a independizar fiscalmente. Es decir, nada aportará Cataluña al bien común, a la solidaridad interregional, al mandato socialista de redistribuir de ricos a pobres: apenas un estipendio para disimular. A Extremadura que le den.

A Cataluña, que no dé. Y los demás, a seguir infrafinanciados por los siglos de los siglos.

La igualdad entre españoles, quebrada con la ley de amnistía, queda sentenciada con este ‘concierto’ desafinado. La llave de la caja, y la caja entera, se la va a dar Sánchez a Marta Rovira si las bases de Esquerra lo aprueban el viernes y si Puigdemont y Compromís (que ya ha dicho que o se resuelve también el problema valenciano o votará que no) no lo impiden en el Congreso.

Todo, para que gobierne Illa aunque no mande. Todo, para que mande Sánchez aunque no gobierne.