La batalla política en los medios, en los tribunales y en los parlamentos tiene por grandes protagonistas a Pedro Sánchez y su entorno político y familiar, y a la dupla opositora de Núñez Feijóo y Díaz Ayuso. Pero hay dos asuntos llamados a polarizar todavía un poco más el ambiente, como viene empiezan a reflejar las encuestas, incluido el CIS, a quien, salvado el apartado de los sondeos electorales, nadie niega su valor demoscópico. Y esos dos asuntos son claramente la inmigración y la vivienda.

La inmigración, porque la crisis canaria (que aún ha de ir a más antes de que acabe el año) y sus eventuales pseudosoluciones en aeropuertos semiabandonados y a base de repartir inmigrantes de tapadillo por el resto de España la ha puesto aún más en el foco la italiana Meloni con su solución de externalizar el problema (cosa que la Unión Europea ya hizo antes parando la inmigración siria a base de pagarle a Turquía para que se quedara a los que huían de esa guerra ya casi olvidada).

La vivienda, porque es un problema de primera magnitud en el que las soluciones imaginativas no caben. Ni la ley estatal (aplicada sólo en Cataluña) ni las llamadas a intervenir el mercado parece que van a funcionar. Sólo la liberación de suelo y la construcción masiva parece ser la clave de bóveda con la que apuntalar el futuro de jóvenes y no tan jóvenes en busca de hogar propio. Los diferentes gobiernos tienen muy fácil la tentación de culpar a sus antecesores por no haber visto venir el problema y consecuentemente no haber hecho nada. Y los que estaban y ya no están tienen fácil buscar en este problema un nuevo 15M con el que erosionar gobiernos.