Todo trascurrió en un acto solemne, en recuerdo de las víctimas y cuyo exclusivo objetivo era pedir la liberación de los rehenes. El acto, que careció de cualquier tinte político, se desarrolló dentro de un clima de absoluto respeto, aunque se vivieran momentos de cierta tensión entre algún viandante con gritos en favor de Palestina.
Aunque había poca presencia policial y un claro apoyo de delegación del gobierno que permitió, a última hora, cambiar la ubicación del ayuntamiento a la plaza de la Virgen.
Pero el mayor grito escuchado fue el de «¡Retornarlos a casa!» que gritaban los manifestantes pro Israel, entre los cuales muchos reclamaron que el grupo palestino cese con los secuestros de miles de personas entre las que se encuentran amigos, seres queridos y conocidos de israelís en Valencia.
Dentro de una escenografía impresionante, con velas, globos con forma de corazones y los rostros, edades y la procedencia de las personas secuestradas de las cuales no hay ninguna noticia llenaron las escalinatas de la basílica.
Con un solemne respeto los familiares y amigos pedían el cese de la violencia y el retorno de los secuestrados.