La Ciudad de Las Artes y Las Ciencias volvió a vibrar una vez más con la música. Los festivales han consolidado a la icónica zona de Valencia como un escenario capaz de cambiar albergar estilos tan diferentes como los grupos o artistas del Festival de Les Arts o, en este caso, los del Big Sound.
Las tardes-noches de los últimos días de junio levantaron a una ciudad a ritmo de electrolátino, pop, reggaeatón y tecno en una mezcla de estilos que generó un mestizaje maravilloso entre un público que abarrotó los escenarios.
Y como si de viajar atrás en el tiempo se tratara, muchos de los asistentes volvieron a bailar al ritmo de Juan Magán, Henry Méndez o José De Rico como cuando hace no mucho lo hacían en las discotecas.
Aunque los focos de la jornada del viernes quedaron reservados para Aitana. La artista catalana, que ya reventó el mismo escenario el pasado mes de octubre, interpretó todos sus temas más famosos y se permitió el lujo de echar el freno al ritmo con alguna que otra balada.
Además, como ya viene siendo habitual, reivindicó su particular baile con ‘miamor’ con los titulares que ponían en tela de juicio su actuación. Y por si fuera poco, conquistó a todo el público valenciano con su camiseta “I love paella valenciana”.
Quevedo, el gran reclamo del sábado
Y de Aitana a Quevedo. El artista canario, totalmente apartado de los escenarios de manera temporal, salió de su retiro en el Big Sound. De hecho, muchos paisanos de Quevedo aterrizaron en la ciudad de Valencia para ver a su artista favorito.
Con un cambio físico tremendo y con tinte reivindicativo a la industria ataviado con chaquetas y cadenas, Quevedo no defraudó a las miles y miles de personas que anhelaban verlo sobre los escenarios.
Quevedo, quien ya rechaza de manera oficiosa el tema que llevó al estrellato (“Quédate” con Bizarrap), confirmó con un “La última será la primera” que el año que viene volverá con temas nuevos.
El fin de fiesta lo pusieron tanto los fuegos artificiales como Myke Towers. El de Puerto Rico puso el ingrediente del perreo para las últimas horas de un Big Sound que ponía su particular guinda a la cuarta edición y que ya piensa en cómo celebrar su quinto aniversario.
