Hay preocupación en el PP por lo que su líder pueda cederle a Sánchez en el desbloqueo del Poder Judicial. Preocupación, porque, como es bien conocido, a Sánchez le importa un bledo cumplir o no su palabra, y Feijóo va a tener que fiarse de la palabra de Sánchez si de verdad quiere desbloquear el Consejo.

La jugada para el presidente es una vez más maestra, porque, como siempre, va a acabar haciendo lo que quiera aunque sea cambiando la ley sin consenso, y encima va a dividir al PP, una vez más. Porque Feijóo parece sensible a la crítica del Frankenstein de que incumple la Constitución que dice proteger, mientras que Sánchez directamente intenta periclitar la separación de poderes consagrada en la Carta Magna sin que pase nada. Porque encima es el presidente el que asegura protegerla de la ultraderecha, es decir, del PP. Y el PP, para hacerse perdonar la duda que siembra a diario el PSOE sobre su carácter presuntamente anti-democrático, va a tragar con la renovación con las normas vigentes, y va a tener que fiarse de Sánchez para un cambio de procedimiento futuro, cuando esté todo atado y bien atado.

Muchos miran a González Pons, el hombre de Feijóo en la negociación con Bolaños. Y se quejan pero no se sorprenden.