Dos palomas blancas, símbolo de la paz; enfrentadas, símbolo de la guerra; por una rama de olivo, símbolo de la paz. Hacer la guerra en nombre de la paz. La guerra se alimenta de la dualidad. La paz se alimenta de la unidad.
La dualidad es el modelo de estructura sostenido por la mayor parte de sociedades occidentales. Construimos la realidad separando lo que es de lo que no es. En esta polaridad asentamos nuestro modelo de lenguaje y, en consecuencia, nuestro modelo de pensamiento. Existe la pobreza en oposición a la riqueza; la victoria, en oposición a la derrota; la fuerza, en oposición a la debilidad; la salud, en oposición a la enfermedad, y nosotros, en oposición a los otros.
La dualidad genera desequilibrio, conflicto y guerra. La unidad presenta estabilidad. Dos partes pueden enfrentarse. Una sola no. Cuando dos partes comprenden que pertenecen a una entidad mayor, aparece la unidad, el equilibrio, la paz. Todo está en todo. ¿Acaso no hay luz en la sombra y ruido en el silencio? ¿Acaso no existe pobreza dentro de la riqueza y enfermedad en la salud? ¿Acaso no dormimos todos, nosotros y ellos, bajo un mismo cielo? Desde el prisma del Universo, todo es unidad.
Dos palomas. Una rama.
Proponemos una falla clásica que recupera algunos elementos ornamentales como las estructuras laterales de soporte, la monumentalidad imperante de las figuras principales o el folclore vinculado a rescatar elementos populares y cotidianos de nuestra cultura, en este caso representado por dos palomas que aletean en la plaza del Ayuntamiento.
A su vez, es una falla vanguardista y actual, no sólo porque proponemos un lenguaje visual que rompe con todo aquello que se ha visto anteriormente, sino, sobre todo, porque apostamos por un modelo de falla completamente responsable y sostenible con el medio ambiente, que esperamos marque un camino dentro del mundo de las Fallas. Para el año 2024, año en el que Valencia ostenta el título de Capital Verde Europea, proponemos una falla que visibiliza la relevancia de las aves como compañeras de ciudad, decisivas para el equilibrio ecosistémico y la buena salud urbana.
Dos palomas. Una rama.
Acompañando la figura principal proponemos una serie de escenas con mensajes poéticos y muy visuales, en las que reivindicamos la ironía y la sátira como parte fundamental del lenguaje universal de las fallas. En ellas se tratan diferentes temas bajo el marco del acercamiento dual presentado por la figura principal.
- Nos encontraremos con una histórica reina de Prusia vestida de guerrillera, un pequeño guiño a la dualidad entre poder y contrapoder.
- También encontraremos un pato salvaje intentando hablar con un gran pato de goma, enfrentando ficción y realidad..
- Unos turistas que llegan del más allá. Atraídos, suponemos, por toda esa historia de la capital verde. Desde luego, verdes son muy verdes. Lo que no sabemos es si también serán sostenibles.
- Fashion victim. Nos encontramos aquí con una víctima de la moda. El título podría hacer referencia tanto a la mujer del bolso como al cocodrilo con el que se ha hecho el complemento. La polaridad entre civilización y mundo natural es aquí el caso de estudio.
- La ley de la gravedad. Una manzana gigante, en inglés apple, le cayó a este chico que andaba distraído con su móvil. El progreso, aplastado por una ley científica.
- A propósito del plástico. Ni siquiera las tortugas ninja se salvan de este gran tema. De nuevo realidad y ficción se confrontan en esta escena.
- Volver al fuego. ¿Qué pasaría si nos quedásemos sin energía? ¿Para qué servirían nuestros móviles de ultimísima generación? La luz que vuelve a ser luz. El fuego del pasado contra el fuego del futuro.
- Cap de Suro es un muñeco de corcho que nos remite al gran fantasma de la mítica película Los cazafantasmas. No nos dejemos engañar. Parece simpático, pero es el malvado monstruo de la pantalla final. Quizás quemarlo nos invite a pensar en nuevos materiales más sostenibles para construir nuestras fallas.
- Por último, rescatamos una escena de la falla de la meditadora que nunca llegó a plantarse en condiciones y que nos parece que tiene una gran carga simbólica. Se trata de un grupo de migrantes saltando la valla de la mascletà. Una escena que, de nuevo, se presenta como una dualidad. Esta vez, con el fuego como protagonista.
A propósito de los materiales de construcción, nuestro compromiso es realizar una falla cien por cien sostenible en toda su trazabilidad. Nos gustaría demostrar que esto es posible y aprovechar la visibilidad que tiene la falla municipal para lanzar un mensaje de cambio tan necesario para la continuidad de nuestra cultura. Por ello, el reto es que todos los materiales que utilizamos sean sostenibles y ecológicos.
La estructura, las torres y el armazón estarán realizados con madera de pino y de chopo. Los volúmenes y las escenas se realizarán con Neops, un material ecológico certificado obtenido a partir del reciclado de materia orgánica, no teniendo ningún derivado del petróleo ni en su composición ni en su fabricación. Este novedoso material, conocido como «corcho verde», podría facilitar la transición de las fallas a un modelo más sostenible y, de momento, solo la empresa francesa Knauf lo fabrica en Europa.
Para la pintura y los barnices utilizaremos la pintura de la marca italiana Renner, pionera en su sector. A fecha de hoy, es la única marca en el mundo que presenta cero emisiones de carbono tanto en su composición como en su fabricación, ya que se fábrica con energías cien por cien renovables. Hemos tenido la suerte de poder trabajar con esta marca en el pintado de la falla de Convento Jerusalén con un resultado muy satisfactorio.
Dos palomas blancas, símbolo de la paz; enfrentadas, símbolo de la guerra; por una rama de olivo, símbolo de la paz.
Presentamos una falla sostenible, arriesgada y muy simbólica. Una falla icónica, una falla universal. Y sobre todo, presentamos una falla llena de esperanza, una llamada a la PAZ tan necesaria en los tiempos convulsos que vivimos en estos momentos.